Durante la primera década del siglo XXI, muchos países de Latinoamérica entendieron que incorporar tecnología les ayudaría a mejorar sus procesos electorales. De este modo podrían agilizar múltiples tareas y auditar procesos de manera más transparente. Entre los que se sumaron a las iniciativas de modernización podemos encontrar a países como Brasil, México, Colombia, Ecuador, y Argentina.
Para este último, la incorporación de tecnología al proceso de escrutinio provisorio en 1999 contribuyó a evitar los errores que plagaban el proceso manual tradicional. Normalmente, en Argentina se enviaban las planillas de cómputos provisorios vía fax, pero la mala calidad de las copias dificultaba el procesamiento de los datos. La digitalización logró que el escrutinio provisorio mejorara en precisión y eficiencia.
A pesar de la mejora impulsada por la digitalización de los telegramas en los centros de cómputo, estos documentos electorales continuaban siendo trasladados hasta unos 400 Centros de Digitalización y Transmisión (CTD) a nivel nacional. Desde allí los telegramas eran escaneados y transmitidos hasta el centro de cómputo. Pero los CTD podían estar a una cuadra o a 10 kilómetros del centro de votación, lo que generaba demoras en el traslado y posterior carga de los resultados electorales. Este complicado proceso impactaba negativamente la celeridad con la que se podían ofrecer los resultados provisorios.
En las elecciones de 2017 la organización Transparencia Electoral preparó un estudio para evaluar el rendimiento de los Centros de Digitalización y Transmisión distribuidos por el territorio argentino. El informe arrojó que las actas de los centros de votación ubicados en zonas marginales o periféricas eran los últimos en procesarse en el centro de computo, generando lo que se conoce como sesgo territorial en la carga de datos. Justamente el sesgo territorial en la carga de datos generó inconvenientes en el proceso electoral de 2017 con la reversión de la tendencia en la provincia de Buenos Aires.
Tras este escenario recurrente, la Cámara Nacional Electoral abrió la puerta a un cambio en la forma en la que se realizaba el escrutinio provisorio, y más específicamente, la transmisión de los telegramas. En lugar de trasladar las actas hasta las oficinas de correo al finalizar la jornada de votación, convirtieron cada una de las escuelas de votación (más de 15 mil) en un centro de transmisión de datos.
Esta medida es hoy reconocida como la mayor transformación del proceso electoral argentino. Expertos electorales como Alejandro Tullio, explican que este ha sido un cambio radical y revolucionario, que permite que la información electoral sea trazable de inicio a fin, y agrega celeridad y transparencia al proceso.
Smartmatic fue la empresa seleccionada que acompañó este cambio en Argentina. El software proporcionado es operado por funcionarios de Correo Argentino directamente desde las escuelas de votación. Esto contribuye a que el proceso sea ágil y eficiente, ya que las actas físicas (telegramas) no tienen que ser trasladadas.
Es así que desde 2019 los telegramas provenientes de zonas rurales se cargan simultáneamente con los telegramas provenientes de zonas urbanas, lo que permite lograr una carga de transmisión más amplia de información y, por lo tanto, más homogénea y representativa del resultado de la elección.
Mantenerse a la vanguardia en el uso de tecnología bien diseñada para hacer una mejor elección, es una idea que cada vez cobra mayor relevancia en el mundo de quienes organizan procesos electorales. Este es el caso de las autoridades de Argentina, quienes en los últimos 20 años no solo han estado reflexionando acerca del rol de la tecnología para brindar mayor tranquilidad y certeza a los ciudadanos, sino que también han dado pasos concretos para lograrlo.