En el siglo 21, prácticamente todas las industrias son tecnológicas. Al menos, poseen un significativo componente de digitalización que permite a quienes operan en sus respectivos mercados ser más rápidos, más grandes y mejores.
Desde la agricultura hasta la moda, lo digital impulsa los negocios. La industria de las elecciones no es diferente. Pero la tecnología no puede estar sola. Requiere asistencia técnica para implementarla y mantenerla funcionando con la máxima eficacia.
Sin embargo, apoyar eficazmente un proceso tecnológico es tanto una habilidad como un arte. Los mejores proveedores tienen una gran experiencia a la que recurrir para ayudarlos a prevenir las dificultades antes de que se conviertan en verdaderos problemas. En un negocio de alto riesgo como las elecciones, las autoridades electorales que eligen a un proveedor sin experiencia —o lo que es igualmente malo, si deciden asumir demasiadas responsabilidades técnicas por sí mismas, simplemente están buscando problemas.
Recientemente ha habido casos de alto perfil en Australia y varios países de la UE, incluidos Noruega, Suiza y Suecia, donde los sistemas electorales han fallado o no han podido ser certificados para su uso. En estos y muchos otros casos, las causas subyacentes se redujeron a que:
- El proveedor no tenía suficiente experiencia;
- Las autoridades asumieron demasiada responsabilidad técnica por sí mismas, o;
- Las dos causas anteriores.
Unas elecciones exitosas dependen tanto de la destreza y la experiencia como de la tecnología. Sí, la tecnología importa. La buena tecnología, por sí sola, no garantizará que una elección se realice con una eficiencia y exactitud óptimas, pero una tecnología obsoleta, insegura, fragmentada será garantía de que nunca llegue a conseguirlo. La mala tecnología generalmente hace más difícil trabajar con ella, y puede generar malos hábitos entre los empleados que intentan esquivar sus deficiencias o habituarse a ellas.
El desafío para muchas jurisdicciones y funcionarios electorales con un conocimiento técnico limitado consiste en saber qué herramientas de automatización electoral son apropiadas para sus problemas particulares. El hecho es que toda herramienta tendrá sus altibajos. La personalización puede ayudar a minimizarlos, pero no existe una solución perfecta.
Si bien muchos funcionarios electorales hacen un buen trabajo al evaluar la tecnología durante el proceso de su adquisición, a menudo pasan por alto los factores humanos. No hacen preguntas básicas como:
- ¿Quién va a instalar este sistema?
- ¿Quién va a entrenar a mi equipo? ¿Cuáles son sus credenciales?
- ¿Cómo vamos a mantener este sistema año tras año?
- ¿Quién será responsable de las actualizaciones?
Estas preguntas pueden parecer obvias para algunos funcionarios electorales, pero a menudo otros las olvidan. Un buen proveedor planteará estas preguntas si el comprador no lo hace. Un mal proveedor ignorará adrede o tratará de disimular estos temas, en un intento de cerrar un trato, o intentará a toda costa ser elegido valiéndose de un precio atractivo, aún a sabiendas de que es demasiado bajo.
Quizás, sin embargo, el verdadero desafío para muchos funcionarios es hacer evaluaciones realistas de su propio equipo humano. Esto es especialmente cierto cuando se evalúa la opción de asumir vs. la de subcontratar el soporte continuo. Muchos funcionarios electorales sobreestiman su talento interno, al tiempo que subestiman las horas necesarias para mantener un sistema operativo con la máxima eficiencia.
Algunos cometerán el error de buscar herramientas sofisticadas para ayudar a cubrir debilidades operativas. Sin embargo, se equivocan, puesto que las herramientas sofisticadas son a menudo delicadas y requieren aún más soporte que las soluciones más simples. Aquí es donde la experiencia de un proveedor realmente puede beneficiar al comprador. Un proveedor con amplia experiencia en procesos electorales a gran escala puede ayudar a una jurisdicción a hacer una evaluación precisa del tiempo requerido y las destrezas necesarias. Las autoridades deben preguntar:
- ¿Cuánta experiencia tiene este proveedor?
- ¿Cuál es el alcance y la escala de su experiencia?
- ¿Su equipo humano aporta una amplia variedad de habilidades como parte de su soporte?
- ¿Cómo su equipo de soporte complementa al nuestro?
El punto en todo esto es: las herramientas y la tecnología son importantes, pero son sólo un aspecto de lo que las jurisdicciones (estados, distritos, departamentos, etc.) necesitan para llevar a cabo elecciones exitosas. Los aparatos refulgentes pueden ser una trampa si no cuentan con soporte o experiencia detrás de ellos.
La industria de las elecciones en el siglo XXI es una industria tecnológica. Pero las autoridades electorales inteligentes saben que no necesitan ser expertos en tecnología. Solo necesitan tener un socio que lo sea.