Desde la irrupción de las noticias falsas, o fake news, en elecciones de impacto global como el Brexit y las presidenciales de EE. UU. en 2020, los actores electorales han enfrentado el desafío constante de la desinformación. En los últimos años, el deterioro de los ecosistemas de información se ha vuelto tan generalizado que organizaciones como el Foro Económico Mundial y el Centro Brennan para la Justicia lo identifican como una de las principales amenazas para la integridad electoral. Sin embargo, una herramienta emergente conocida como prebunking está demostrando ser una solución prometedora para combatir la desinformación y otras formas de información errónea.
El concepto de prebunking tiene su origen en la medicina, específicamente en la vacunación: un proceso que expone al organismo a una versión debilitada de un patógeno para fortalecer su sistema inmunológico. De manera similar, el prebunking expone a las personas a formas controladas de desinformación junto con contraargumentos preventivos, desarrollando así una resistencia cognitiva. Esta estrategia preventiva, al igual que en la medicina, resulta más eficaz que intentar remediar el daño una vez que ocurre. Su objetivo es equipar a las audiencias con herramientas para identificar y resistir la desinformación antes de que esta gane tracción.
La efectividad del prebunking y su base científica
Investigaciones realizadas por Jigsaw, una iniciativa de Google, y por académicos de la Universidad de Cambridge han identificado un «talón de Aquiles» en la desinformación: utiliza con frecuencia las mismas tácticas y patrones. Reconociendo estos patrones recurrentes, es posible anticipar y contrarrestar la desinformación de manera más eficaz.
Un estudio de IDEA Internacional, que analizó la desinformación en 53 países entre 2016 y 2021, confirmó esta naturaleza repetitiva. El 48% de la desinformación estaba relacionada con los procesos de votación y conteo de votos, y casi la mitad de los ataques ocurrieron durante el período de votación. Narrativas recurrentes, como afirmaciones de que la tecnología electoral fue hackeada, que los servidores están ubicados en países «enemigos» o que los proveedores de tecnología tienen vínculos sospechosos, han proliferado especialmente desde las elecciones presidenciales de EE. UU. en 2020.
Dada esta repetitividad, los organismos de gestión electoral pueden anticipar los focos de desinformación y desarrollar estrategias proactivas, como «vacunas cognitivas», para contrarrestarla.
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Ventajas clave del prebunking
A diferencia del fact-checking o verificación de hechos, que se centra en desmentir afirmaciones específicas, el prebunking aborda narrativas de alto nivel y expone las técnicas de manipulación subyacentes. Este enfoque más amplio permite a las autoridades electorales actuar de manera proactiva sin parecer partidistas, evitando así la percepción de censura o ataques a la libertad de expresión.
El prebunking también reduce el riesgo de quedar atrapado en debates políticos al centrarse en las tácticas de desinformación en lugar de en contenidos concretos. Al educar al público sobre cómo funcionan estas tácticas, se fomenta una defensa cognitiva más duradera y generalizada.
Resultados prometedores
Aunque el uso del prebunking en contextos electorales es relativamente reciente, ya se han observado resultados alentadores. Un estudio de las universidades de Yale y California en San Diego demostró que mostrar un video de prebunking que explica por qué el conteo de votos puede tomar tiempo aumenta significativamente la confianza en los resultados electorales. Según el estudio, este enfoque puede mitigar hasta 4 de los 6 puntos porcentuales de desconfianza que suelen surgir debido a retrasos en el anuncio de resultados.
Si bien el prebunking no es una solución única ni infalible, su implementación efectiva, combinada con otras técnicas como el fact-checking, el etiquetado de contenido en redes sociales y programas de educación al votante, lo convierte en una herramienta invaluable para los organismos electorales en su lucha contra la desinformación.
La prevención, en este caso, se está convirtiendo en una estrategia clave para preservar la confianza pública y garantizar la integridad de los procesos electorales.