La tecnología puede tener un impacto positivo en el desarrollo de las democracias.
Es por esto que los gobiernos y los cuerpos legislativos de muchos países del mundo están trabajando mano a mano con la sociedad civil para probar nuevas herramientas tecnológicas que faciliten la participación política. América Latina no escapa a esta tendencia.
Junto con el Caribe, América Latina forma una región muy diversa con más de 45 países y 645 millones de personas, múltiples culturas, lenguas y dialectos. A pesar de esta gran diversidad, sus necesidades de tecnología de avanzada siguen siendo similares a las del resto del mundo. La región ha experimentado un aumento sustancial de la penetración tecnológica en la última década. Gigantes de la tecnología como los operadores móviles, Google, Facebook y Microsoft están aprendiendo y viendo de primera mano cómo los servicios digitales están transformando miles de vidas en la región. Con una penetración omnipresente tanto de las tecnologías sociales como de las móviles, América Latina es un mercado notable y un potencial representante de las innovaciones de la democracia digital.
Esto, junto con el hecho de que es un continente joven (los millennials representan el 30% de la población de América Latina, según una investigación de Telefónica escrita por Antoni Gutiérrez-Rubí), donde los millennials están impulsando cambios y contribuyendo a transformar la región, hace que la creciente adopción de la tecnología electoral sea un asunto multifacético.
La adopción de nuevas tecnologías en algunas o todas las etapas de las elecciones (registro, capacitación, campañas, votación, etc.) es conocida en una región. Y es que dos de los sistemas de votación automatizada más notables del mundo se encuentran en el continente americano. Brasil, una de las democracias más populosas del mundo, y que fue pionera en el voto electrónico y Venezuela, que tiene casi 20 años de experiencia con tecnología electoral en todo el país.
Otros países como Colombia, Perú, Ecuador, México, Argentina, Paraguay, Honduras, Costa Rica, República Dominicana y Chile también han intentado votar electrónicamente y actualmente utilizan algún tipo de servicios de tecnología electoral en sus procesos.