La historia nos muestra una y otra vez que a pesar de los contextos geográficos, generacionales o socioculturales, algunos actores políticos, así como algunos grupos partidistas, tienen un gran interés en asegurar que los resultados de las elecciones terminen a su favor.

Desafortunadamente, es parte de la dinámica de la democracia. Y a menudo se traduce en riesgos potenciales para la manipulación de elecciones o el fraude electoral.

Esta situación es un problema real para los Órganos de Gestión Electoral. Entonces, ¿cómo nos aseguramos de que los resultados finales de las elecciones representen la voz y la intención de los votantes?

La industria de la tecnología de votación es uno de los actores fundamentales que trabaja para resolver este problema. A medida que la confianza en las instituciones democráticas disminuye globalmente, las partes interesadas en las elecciones deben encontrar nuevas oportunidades para recuperar la confianza de los votantes, luchar contra las viejas y nuevas formas de fraude electoral, al tiempo que ayudan a las autoridades a realizar elecciones más transparentes y confiables.

Detectar y disuadir el fraude

Los expertos en elecciones admiten que para minimizar los intentos de fraude, los Órganos de Gestión Electoral deben mejorar y fortalecer los procedimientos operativos en las elecciones (incluida la adopción de tecnología cuando sea apropiado y aprobado); aumentar la transparencia a través de la auditoría, el monitoreo y la observación detallada de las elecciones; y hacer cumplir el marco legal como elemento disuasivo del fraude.

Los sistemas de voto electrónico pueden ofrecer soluciones auditables para garantizar que todos los votos sean emitidos y se cuenten.

Los procesos de auditoría en todo el ciclo de votación y en todos los servicios de tecnología (incluidas las herramientas de gestión y análisis posteriores a las elecciones) garantizan el respeto de los derechos de los votantes y la fiabilidad de los resultados.

La redundancia y la trazabilidad de la cadena de custodia de las boletas, cuando se documenta y supervisa con precisión, permite el descubrimiento rápido de cualquier intento de manipulación.

Algunos países ya han implementado la tecnología para ayudar a reducir el fraude electoral. Por ejemplo, el voto electrónico puede reducir la violencia y la intimidación cuando disminuyen los tiempos de espera de las elecciones.

En Filipinas, antes de la automatización de las elecciones, el recuento manual podría llevar varias semanas. Cuanto más largo es el período de espera para obtener los resultados oficiales, más fuertes son las amenazas y la violencia de los grupos guerrilleros. La automatización electoral aseguró el conteo y la transmisión de los resultados durante el día de las elecciones, lo que redujo la violencia e intimidación postelectoral.

Finalmente, los críticos argumentan que llevar la tecnología a las urnas de votación podría crear nuevas formas de manipulación. Punto valido. Pero el resultado final siempre debe ser la integridad electoral. Un sistema auditable de voto electrónico debe ayudar a los organismos de gestión electoral a prevenir, disuadir, mitigar y procesar no solo los métodos tradicionales de fraude electoral (en su mayoría con votación manual), sino también las manipulaciones digitales modernas (es decir, las amenazas cibernéticas).

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