El artículo 21 de la Declaración de Derechos Universales de las Naciones Unidas establece el derecho de todo ciudadano a participar en el gobierno de su país, directa o mediante representantes libremente escogidos. El derecho al voto es, indudablemente, un pilar fundamental de cualquier democracia moderna. Sin embargo, un nutrido grupo de votantes, como los expatriados y votantes con discapacidades, no pueden ejercer su derecho a un voto secreto e independiente hoy día. Ante esta realidad, las autoridades electorales están en la obligación de adoptar mecanismos alternos de participación democrática. El voto remoto, tanto por correo como en línea, son alternativas que deben estar entre el arsenal de herramientas para facilitar la participación democrática.  

La Organización de Naciones Unidas calcula que las personas con discapacidad representan el 15% de la población mundial, es decir, aproximadamente 1.000 millones de personas. En América Latina y el Caribe unos 80 millones de personas tienen algún tipo de discapacidad, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En 2020, las Naciones Unidas estimó que 43 millones de personas de la región vivían fuera de sus países de nacimiento, representando el 15% de la población mundial de migrantes. La cantidad de personas que se beneficiarían con más y mejores canales de participación es, sin duda alguna, muy grande. 

Los canales de votación alternativos están desempeñando, cada vez más, un papel valioso en elecciones alrededor del mundo. En 1957, Alemania abrió la posibilidad de que los votantes emitieran un voto remoto via postal. Desde entonces, la proporción de votos emitidos por correo ha aumentado constantemente, pasando de un 4,9 % en 1957 al 28,6 % en 2017. En medio de la pandemia de coronavirus, este número alcanzó un asombroso 47.3% en 2021. Ante la evidente popularidad de mecanismos alternativos de participación, las autoridades implementaron el voto en línea para sus elecciones sociales celebradas en 2023. Las elecciones sociales permiten a los votantes elegir al consejo que supervisa los fondos nacionales de salud y pensiones. Alrededor de 22 millones de personas tenían la opción de votar en línea o mediante boletas postales tradicionales durante un período de votación de 51 días. 

En Finlandia, el voto remoto ha representado hasta el 37% de todos los votos emitidos. En Suecia, aproximadamente el 30% de los electores utilizan habitualmente el voto remoto. En 2022, el condado de Innlandet en Noruega realizó un referéndum que incluía la opción de votar en línea utilizando la solución de voto electrónico de Smartmatic, TIVI, desde cualquier lugar y en cualquier momento durante un período de dos semanas. 

En Latinoamérica, varios países están dando pasos concretos para facilitar el voto remoto en línea. México, por ejemplo, ofreció el voto en línea TIVI a los ciudadanos de los estados de México y Coahuila que residen en el extranjero. El sistema también estuvo disponible en los consulados y embajadas de México en Chicago, Dallas, Los Ángeles y Montreal (Canadá) para los expatriados en esas ciudades. 


En 2018, Brasil llevó a cabo un proyecto piloto de voto electrónico llamado “Eleições do Futuro”. Aunque fue un experimento limitado, sentó las bases para futuras implementaciones del voto por internet en el país. 

En Chile también se han realizado pruebas piloto de voto electrónico en algunas elecciones municipales. Aunque aún no se ha implementado a gran escala, estas pruebas han servido para evaluar la aceptación y la confiabilidad del sistema. 

El voto remoto se presenta como una solución eficaz para superar las barreras que impiden a ciertos grupos de ciudadanos ejercer su derecho democrático. Tanto los expatriados como las personas con discapacidad encuentran en esta alternativa una forma accesible y práctica de participación electoral. Alrededor del mundo, el voto remoto se está mostrando como una herramienta adecuada para ayudar a hacer las elecciones más accesibles e inclusivas. Es alentador ver que América Latina también está explorando implementar canales alternos de votación para lograr una mayor inclusión y participación ciudadana.  

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