“En un momento en el que los índices de participación electoral en Estados Unidos son uno de los más bajos entre las democracias avanzadas, debemos hacer que la manera de votar sea más fácil”, recomendó el presidente Barack Obama durante su discurso final a pocos días de dejar la Casa Blanca.
El presidente Obama ha venido insistiendo en la necesidad de modernizar las elecciones estadounidenses desde al menos cuatro años. Durante el discurso que dio tras ganar la reelección en 2012, el mandatario hizo un llamado a las autoridades electorales y los demás actores del ecosistema electoral a que se avocaran a la tarea de “arreglar eso”.
Posteriormente, en marzo de 2016, durante su participación en el South by Southwest Interactive festival el Presidente recordó que “es más fácil ordenar una pizza o reservar un boleto aéreo que ejercer el ejercicio más sencillo de la democracia, seleccionar quién te va a representar en el Gobierno”. En respuesta a esta reflexión, el CEO de Smartmatic, Antonio Mugica, dijo: “No tiene sentido que durante las elecciones no se use tecnología comprobada para mejorar el voto. Concuerdo con el presidente Obama, el futuro de la democracia es digital”.
Cabe destacar que el Brennan Center for Justice, publicó en 2015 un reporte en el que señalaba que 43 estados utilizarían tecnología con más de 10 años de uso. La preocupante realidad del sistema de votación estadounidense quedó también en evidencia durante 2016, cuando Smartmatic realizó dos investigaciones para conocer qué piensan los votantes en Estados Unidos sobre sus elecciones.
Los resultados reflejaron que los ciudadanos consideran que la baja participación electoral afecta la democracia en el país. En la segunda encuesta, realizada días después de las presidenciales, 8 de cada 10 votantes y 90% de los operadores electorales expresaron que la modernización de los sistemas de votación incrementaría la confianza en las elecciones y fortalecería la democracia.
Culminado el ciclo electoral de 2016, los Estados Unidos tiene ante sí una importante labor: modernizar sus sistemas electorales. Los niveles de baja participación que ha mostrado este país (entre 48% y 60% desde 1980) no se corresponden con su estatus como una de las democracias más sólidas del mundo.