Los jóvenes representan aproximadamente una quinta parte de la población mundial.
Sin embargo, parece que su influencia en la política se está reduciendo, especialmente en las democracias más ricas.
Por ejemplo, menos de la mitad de los menores de 25 años votaron en las elecciones generales más recientes de Gran Bretaña y menos de un tercio en Suiza. En las elecciones de medio término de 2014 en Estados Unidos, cuatro quintos de los jóvenes se quedaron en casa.
Además, la brecha se está ampliando entre las generaciones con votantes de mayor edad que favorecen la participación política tradicional, como los partidos políticos y los centros de votación; y las generaciones más jóvenes que prefieren actividades políticas informales, como participar a través de las redes sociales y unirse a movimientos de activismo y protestas.
El voto de los jóvenes es importante
La votación es esencial para el funcionamiento de un sistema representativo y la sostenibilidad de los valores democráticos. Si los jóvenes no votan, el desarrollo democrático queda resentido, incluso si permanecen políticamente activos en otros lugares.
Según el Pew Research Center, en las recientes elecciones de los EE. UU. los jóvenes de 22 a 29 años fueron apenas el 6% de los votantes, en comparación con el 30% de los mayores de 65 años. En consecuencia, entre todas las democracias globales, los Estados Unidos tienen la brecha más importante entre las edades cuando se trata de votar.
En México, por ejemplo, los jóvenes desempeñaron un papel fundamental en la elección del nuevo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Evaluación de la participación en las urnas
Hay una variedad de razones por las cuales los jóvenes se desconectan de las elecciones. Pueden experimentar desilusión con el sistema actual, no se sienten moralmente obligados a votar o no han aprendido cómo participar para hacer que su voto cuente activamente.
Si bien es difícil abordar los aspectos emocionales de la insatisfacción electoral de los jóvenes, es posible evaluar qué herramientas tienen los Órganos de Administración Electoral para facilitar las actividades del ciclo electoral.
Es posible hacer que la logística de votación sea más accesible e inclusiva con procesos de registro modernos y seguros de votación. Muchos jóvenes en los Estados Unidos alcanzan la edad de votar cuando están en la universidad, lo que dificulta su registro.
Las campañas para registrar en el campus a los estudiantes para votar parecen tener un efecto positivo en la participación de los votantes jóvenes, especialmente considerando que en las elecciones de 2008 el 84% de los votantes registrados entre las edades de 18 y 29 años se presentaron para votar.
Un ejemplo exitoso es un programa para aumentar la participación de los votantes entre los jóvenes de la Universidad Northwestern, donde los estudiantes nuevos reciben asistencia para registrarse.
Promover el voto de los jóvenes no debe ser una tarea abrumadora para las autoridades electorales. Existen muchas estrategias efectivas, probadas no solo en los EE. UU. sino en todo el mundo, que incluyen comprender las necesidades y expectativas de estos votantes al tiempo que promueven un flujo productivo de comunicación.
Sin embargo, para garantizar la calidad de la democracia global, todas las partes interesadas en las elecciones deben tratar de romper las barreras a uno de los derechos más fundamentales: un gobierno basado en la voluntad de todas las personas, no solo de algunos.